Ana Izquierdo (PER)
Visa O-1
SUERO #18
Visa O-1
Ana Izquierdo
Las fronteras constituyen un peligro en tanto espacios que delimitan un adentro y un afuera, determinados por quienes ejercen poder o gozan de privilegios. Lo penoso es que esta determinación no solo se reduce a un espacio geográfico, sino que trasciende los modos de socializar y —en muchos casos— condiciona las posibilidades de desarrollo de gran parte de la humanidad. Las fronteras se expanden, se tornan ubicuas.
Los avances tecnológicos —específicamente los de la biometría— han permitido reforzar el sistema de control migratorio transfronterizo a través de la identificación y verificación de las identidades, valiéndose del registro de las características propias de cada persona como: el iris, las huellas dactilares, la firma, la voz, la geometría de la mano o los contornos del rostro. Sin embargo, la identificación no se reduce necesariamente a la identidad de una determinada persona, sino que engloba un conjunto de características físicas que enmarcan a grupos humanos.
A este respecto, Judith Butler refiere al marco como aquello que condiciona y funciona normativamente. Según el modelo de circulación puede cuestionar ciertos campos de normatividad, a la vez que estructura modos de reconocimiento (Butler, 2010). Así, aquello que se sale de la norma es leído como ‘anormal’. El marco delimita y aquello que está fuera del marco, queda fuera del sistema; lo que se traduce en una amenaza. Esto se hace visible en políticas migratorias y su racismo instaurado que —como explica Butler— produce versiones icónicas de ciertas comunidades.
En Visa O-1 Ana Izquierdo reconstruye su propia identidad a través de la manipulación de retratos propios de documentos de identidad que —a través de la técnica de sublimación— transfiere sobre yute, manteniendo las líneas de escaneo originales del sistema biométrico. La superposición de capas de identidad que logra a través de la edición digital, le permite a la artista adquirir una identidad otra. Izquierdo se propone la desidentificación como opción política, en la medida en que busca ser otrx luciendo como sí misma.
Las líneas de escaneo son bordadas en hilos de tonos predominantemente tierra, lo que reafirma la concepción de origen y, por qué no, la condición migrante. El acto de bordar no solo revela las líneas que legitiman el escaneo del rostro a través del sistema biométrico, sino que se transforma en una acción performática sanadora en tanto la artista va curando la herida profunda de la deportación; cerrando esa brecha llamada frontera. Por ello, cada documento de identidad usado por la artista tiene sus propias formas, sus propios trazos, sus propias cicatrices, que responden al sistema de identificación y verificación de la biometría.
Así, no es casual la decisión de la artista en disponer las piezas colgadas con ganchos de ropa en un tendedero, pues las dota de un peso que las iguala a un vestible, en tanto se pueden llevar como intercambiar; así como remarca la suspensión de las identidades migrantes.
Esto se hace visible también en los videos que conforman esta serie: Izquierdo se coloca azarosamente y con el torso desnudo detrás de una pieza colgada, completando el plano utilizado en las fotografías de los documentos de identidad. De esta manera, reafirma lo doméstico como escenario de la acción y del retorno a (alguna) casa como consecuencia de la deportación, lo que refuerza la idea de permutación. Este colocarse ‘detrás de’ responde a la intención de la artista de valerse de una máscara como metáfora al enmascaramiento realizado por colectividades en resistencia. Esta acción —según Izquierdo— responde a una forma performativa para reclamar su identidad desde un anonimato, en este caso contra los mecanismos de la biometría como sistema de seguridad en los departamentos de migraciones transfronterizas.
Visa O-1 pone en crisis tanto la identidad otorgada por el sistema biométrico, como a este mismo sistema al cuestionar sus criterios de selección/segregación en la verificación e identificación de identidades.
Luisa Fernanda Lindo | Marzo, 2021
Ana Izquierdo (Lima, 1990) Artista visual y activista que trabaja a través de performatividades, videoarte e instalaciones como herramienta de denuncia y desmantelamiento hacia las estructuras de poder. Sus obras exponen las vulneraciones sistémicas de distintas comunidades desde el uso de su cuerpo y narrativa como también propone cuerpos colectivos como respuestas ciudadanas contra los sistemas de opresión y los agentes que los perpetúan. Ha obtenido una beca completa en el programa EmergeNYC del Hemispheric Institute for Performance and Politics de la Universidad de Nueva York, así como una investigación en técnica, somática, improvisación y composición en MELT Program in Movement Research NYC; fue parte del Joker Training fellowship program en Theatre Of The Oppressed NYC y ahora cumple una beca en The Alternative Art School. Es cofundadora de Rastro, un colectivo de intervenciones y disrupciones en el espacio público por la justicia social y la memoria política; organizadora de Encuentro: Espacio abierto a libre performance, Festival Internacional de Arte performativo en Lima.