La pandemia por el covid-19 ha revelado —como una radiografía— el debilitamiento del sistema capitalista, las desigualdades socioeconómicas, así como la crisis del sector salud. Si bien los grupos de poder se han ocupado en buscar las maneras para reactivar las economías nacionales, las altas tasas de desempleo a nivel mundial parecieran contradecir la ansiada vuelta a la ‘normalidad’ y sugieren, más bien, pensar que esta reactivación o tomará un largo aliento o solo es un placebo para sobrellevar la escasez de recursos que podría avecinarse. Resultaría caprichoso negar que la coyuntura actual es consecuencia del extractivismo indiscriminado y las problemáticas medioambientales. Por ello, los intentos por deslindar la pandemia del (mal) accionar humano señalan la perturbadora distancia entre el sentido de pertenencia y el de posesión, pues solo aquel que no se asume como parte de la naturaleza es capaz de destruirla para su propio beneficio.

Transitoriedad de la permanencia reúne nueve pinturas, sobre la base de un archivo de imágenes de corredores, salas de recuperación y salas de cuidados intensivos de hospitales de Lima, que Rocío Gómez fue recuperando de internet, artículos periodísticos y propaganda publicitaria. La característica de estas imágenes es que reproducen espacios que más allá de concebirse como no lugares, siguiendo la teoría de Marc Augé, se debaten entre lo visible y lo no visible; entre el tránsito y la permanencia, entre la emergencia y el abandono. 

Gómez detecta la imposibilidad de acceder a estos espacios no solo por el riesgo de contraer el virus, sino por las medidas de seguridad y las restricciones decretadas ante la emergencia sanitaria. Así, el trabajo con el archivo se recargará de sentido para la artista, en tanto el recorte de las imágenes captadas por las miradas de otros son, a su vez, recortes realizados por otros que decidieron qué es lo que se puede ver de estos espacios. Ante esta prohibición del Estado para captar la totalidad, Rocío Gómez reproduce una selección de imágenes a través de la oposición entre lo visible y lo no visible. Para ello, decide utilizar pintura al óleo sobre impresión fotográfica en papel de algodón, con el objetivo de que esta le aporte un negro opaco que sostenga la acción de censurar los cuerpos (médico, humano, doliente, yaciente) a través de geometrías que emulan barras de censura propias de Internet. Por otro lado, la pintura al óleo le permite a la artista describir elementos y arquitecturas, resaltando al detalle todo aquello que sí está permitido observar. 

Transitoriedad de la permanencia sugiere replantear diversos conceptos que nos han sido dados como permanentes o estables. También alude a la temporalidad de la existencia, que se hace patente en el tránsito por este mundo; por ello, no es gratuito el gesto de la artista de borrar todo cuerpo presente en las imágenes. De cierta manera, la invisibilización de lo invisibilizado refuerza la censura que nos rige en la actualidad y conduce a pensar en todo(s) lo(s) que queda(n) fuera de cuadro.

Luisa Fernanda Lindo | Octubre, 2020

Rocío Gómez (Lima, 1973) Licenciada en Artes y Magíster en Antropología Visual por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Entre sus exposiciones individuales destacan Ocupa (Museo Pedro de Osma, 2013), La ilusión (Galería Vértice, 2010) y Espacio urbano/Espacio doméstico (Galería Forum, 2005). Ha participado en diversas exposiciones colectivas. Desde el 2017 forma parte del colectivo Gómez y García, con quienes ha presentado A medio camino I y II (Espacio Fotográfico Carlos Caamaño, 2018-2017). Asimismo, ha participado en la VIII Bienal Internacional de Arte Textil Contemporáneo WTA (Madrid, 2019).